jueves, 23 de marzo de 2017

Esta mi guerra

“Yo amé, con perdón.

Amé por encima de todas las cosas, que es,
permítanme que les diga,
de la única forma en que se puede amar”.

Escandar Algeet

Entre muros de cemento
y suelos de hormigón
se desarrolla mi guerra.

Va más allá
de lo que alcance a comprender.
Esconder la piedra,
volver a empezar,
desaprender.

Yo,
que me crié al calor de una estufa
mientras dormía sobre las piernas de mi abuelo.

Yo,
que aprendí a querer viendo como mi madre
acariciaba el rostro de mi abuela
mientras aguantaba las lágrimas.

Es triste comprender que el mundo
solo te enseña a esperar
cuando ya no te queda
tiempo para hacerlo.

Es triste este baile de ausencias
que me atormenta y no deja que caiga
la ceniza del cigarrillo sobre la sombra
que desliza el cenicero sobre mi escritorio.

Yo,
que amé por encima de todas las cosas,
he tardado en comprender que el amor
no es destino ni camino,
sino más bien equipaje.

Yo,
que llevo estudiando desde los tres años,
me ruborizo al comprender que no sé
nada de la vida
cuando veo llegar de trabajar a mi padre.

El llanto que cubre mi almohada,
el desencanto en el vagón del tren,
la agonía de estas sabanas heladas.

El frío de los fantasmas que me arropan,
el calor de los recuerdos
que poco a poco olvidaré.

A veces
avanzar y huir no son tan diferentes:
el lugar al que llego
continuamente es el mismo
y los monstruos
vienen siempre conmigo.

Estoy perdiendo el brillo en los ojos,
las ganas en la mirada
y este ritual de sombras que se cierne
sobre mi cabeza
me eriza los cabellos de la nuca,
me atiza de nuevo cada noche.
En cada pesadilla.

Aun así,
salgo cada madrugada a buscar
un nuevo desencuentro.
Me pierdo imaginando historias
que nunca sucederán
y me viene a la memoria
el banco del parque al que voy
cuando necesito volver
a creer en la vida.

No hemos venido a cumplir vuestros latigazos.
No queremos los sueños incumplidos a los que nos obligáis cada mañana.
No somos vuestros, ni nuestros.
Hay algo más.

Volverá la lluvia,
pero nos pillaréis sonriendo en los portales.

Volverán las lágrimas
y vuestras fechas impuestas
camufladas en anuncios y publicidades.

Volverán los girasoles.
Lo sé,
porque tú lo sabes.

martes, 7 de marzo de 2017

Incluso

La lluvia, las lágrimas y
el alcohol
vuelven siempre a la tierra prometida.
A los granos de arena entre los dedos,
a las despedidas en el andén a medianoche,
a los fantasmas,
al humo,
al asfalto enrojecido,
al viento.

No volvemos nosotros
a la tierra prometida.
Nos basta con observarla en la lejanía,
con olfatear un pedazo de su niebla

La lista de mis sueños
cumplidos vale verga.
La interminable colección
de pesadillas me señala desde la estantería.

Nacemos solos y
morimos igual.
Tal vez cuando seamos capaces
de entender eso
podremos vivir cómo, cúando y
con quién queramos.

Incluso con nosotros mismos.